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No cabe duda que al volver y volver a ver esta fotografía, la nostalgia invade nuestro sentir, ¿no creen mis buenos amigos?, Quienes tuvimos la fortuna de ir a bañarnos a este inolvidable lugar, sabemos perfectamente, de la alegría que nos embargaba, cuando en casa decían: «Vamos a las 4 Milpas a bañarnos y comer»…
     Dos albercas, una grande donde un trampolín de madera nos esperaba para hacer nuestras acrobacias (o panchos), al lanzarnos ante la vista de las muchachas que esperaban un buen clavado y solo miraban un tremendo chapuzón cuando no eramos muy entrados en este deporte, otra alberca mas chiquita para los niños,  el agua fresca, los cuartitos para cambiarnos de ropa, la sinfonola a todo lo que daba y las parejas, muchas veces de paisanos bailando no propiamente con su esposa, sino con chicas de la calle Cuauhtémoc que tambien ivan a disfrutar de una cerveza en esos dias de calor, a un lado, unos inservibles columpios que de milagro no se caían, pero que les sacabamos todo el provecho posible,  creo también había un sube y baja,la arboleda, donde en improvisado campito de arena entre los árboles, nos hacia sentir que el fut bol era nuestra pasión.

     Que decir de sus deliciosas mandarinas, y esas tardes apacibles, sin temores ni sobresaltos en este  lugar donde ahora vamos en la actualidad, y vemos una urbanización completamente hecha al aventón, varios árboles ya se han caido, de la alberca ya no queda nada, y sólo nos queda suspirar y cerrar los ojos para volver al pasado, y volver a imaginar a tanto chiquillo jugando, mientras los papás, platicaban de sus andanzas y las mujeres preparando la comida de ese día de campo, Dios, y pensar que ya son solo recuerdos.

     Que tengan un excelente dia mis buenos amigos, recordar… es vivir.

Por: Arturo Camarena.